Devociones a la Virgen María

Nuestra Señora de Schoenstatt

¡Oh Señora mía, oh Madre mía! Yo me ofrezco todo a ti, y en prueba de mi filial afecto te consagro en este día mis ojos, mis oídos, mi lengua, mi corazón: en una palabra, todo mi ser.
Ya que soy todo tuyo, oh Madre de bondad, guárdame, defiéndeme y utilízame como instrumento y posesión tuya.
Amén.


(Oraciones para rezar, fundamentalmente, cuando uno está enfermo o convaleciente).

Dios te salve María Madre de Dios. Madre Reina y Victoriosa.

Estoy ante tu mirada, enfermo, con muchos miedos que no me animo a reconocer.

Ayuda Madre Admirable. Que comprenda y sienta que no estoy solo, que estás tú a mi lado como mi Madre.

Ayuda Madre Admirable. Que abra mi corazón y deposite con confianza todos mis sufrimientos, miedos y miserias en el tuyo.

Ayuda Madre Admirable. Tú que siempre me has amado y conoces el dolor, dame fuerzas como mi Hermano Jesús, en el camino del calvario.

Querida Madre tres veces Admirable. Recibe mis amargos sufrimientos en el Santuario, donde por amor, son transformados en gracias que Tú derramas para gloria de la Santísima Trinidad.

Cobijado y aliviado en tus brazos, transformado por tu amor, que yo pueda, Madre, servir como apóstol y participar con Cristo en la salvación de las almas.

Por amor a Ti, Dios Padre Misericordioso.

Y así, cuando llegue la tarde en que sonriendo vengas a buscarme, cante para siempre junto a Ti. ¡Mi alma glorifica al Señor, y mi espíritu se alegra en Dios mi Salvador. ¡Porque puseo sus ojos en la pequeñez de su esclava! ¡Santo es su nombre! Y su misericordia se derrama de generación en generación.


Oración de Confianza

En tu poder y en tu bondad fundo mi vida; en ellos espero confiado como niño. Madre Admirable, en ti y en tu Hijo en toda circunstancia creo y confío ciegamente.
Amén.


Lávame, Señor y quedaré más blanco que la nieve


Señor, sudaste Sangre en el Huerto de los Olivos y aceptaste la cruz tan pesada, llena de pecados y dolores para salvarme. Hoy tengo que aceptar la cruz de una enfermedad y los dolores que sufriré, Jesús, Dios mío, haz que estos dolores aceptados con amor puedan salvar las almas, las que Tú quieres que por mí sean salvadas.

Gracias Señor.

Fuente de los textos y foto: fueron tomados de una estampita obsequiada en el Hospital Tornú por el "Voluntariado de María", Riobamba 1050, Buenos Aires, Argentina. E-mail: volmaria@arnet.com.ar


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Ciencia y Fe
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13 de julio de 2006